viernes, 22 de febrero de 2008

¡Historias inquietantes!

En Vialidad, con Gonzalo y Daniel, de San Telmo, y Elías, de Patricios, jugamos al cadáver exquisito.
Un cadáver exquisito es una especie de poema que se escribe de a varios, en el que cada participante anota una frase y dobla el papel dejando a la vista sólo la última parte, para que el siguiente continúe.
Cuando terminamos la ronda, desdoblamos las hojas y encontramos unas historias inquietantes, pobladas de accidentes de tráfico, limón y seres con mal aliento…

El limón era verde. El tiempo no pasaba tan rápido como quería. Esas cosas siempre le molestaron, sí, muy molestas, se enojaba a montón de personas con túnicas extrañas y automóviles de buen estado. Uno de ellos cayó al barranco despedazándose en lluvias a mi alrededor. Te adoro, como los osos adoran la miel, pero nunca pude soportar ese aliento a bacalao y esas orejas gigantes de Valdés: la película habla sobre las ballenas argentinas de Valdés. Y se fueron en auto hasta Buenos Aires y después a Tierra del Fuego. Al llegar, la costa y la nieve dan la bienvenida a tu madre Claudia, Valeria y Juan. Entre ellos no se conocían, pero eso a mí no me molestaba las pecas y las verrugas de Pablo y su amigo Alejandro. Fueron a la playa de Chapadmalal y fueron felices.

A veces le parecía que no podía despertarse, y esa sensación lo inquietaba mucho. Pero siempre (o eso creía), lograba salir de la cama suave y cómoda cayéndose por un risco de carretera mientras viajaba en un Ferrari de lujo.
Bebía junto a sus mujeres, agitando partes de sus cuerpos por la ventanilla se asomaba su cabeza torcida mirando hacia adelante, siempre adelante, para no distraerse. Para mantenerse despierto tenía la radio a todo volumen, pero eso si que era raro, eso quién lo vio, sólo ese algo, esa cosa informe, tan feo, tan horrible causaba impresión en los presentes de ese invento tan bien preparado para el festejo.
A los quince una siempre se pone nerviosa, reía de vez en cuando lo ven andando por el puerto de frutos, investigando las canastas de mimbre en busca de mi libro de Mafalda, y el otro de Matías por Sendra, y grandes libros de poesía y leyendas en la tierra sin mal.

Eran días oscuros cuando el auto de mi padre estalló en mil pedazos, esquirlas de ojos y restos fósiles se desperdigaban poemas de corazón a la vida! ¡Una sinfonía de luz! ¡Una imagen fantástica! No podía soportar la belleza de lo que estaba viendo me aterró y me dio miedo, ay qué miedo (terror)…
Y en un auto sucedió lo insucedido por el presunto sospechoso del crimen.
Las causas fueron varias: la economía, la falta de perspectiva y su brazo podrido por el ácido salía de su boca en llamas. Mal aliento también. Uno de estos días tenemos que comprar enjuague bucal, pero, ¿dónde y cómo conseguirlo sin conocer mi verdadera identidad? Fui a abuelas de plaza de mayo, murió un caballo, levantó su cola y salió un sorete.


Saltaban la verja para llegar al patio contiguo, estás a mi lado, no sabés lo que me pasó ayer! Iba de camino a lo de mi tío cuando apareció una persona que me parecía conocida. Era muy sospechosa, quizás él me robó mi pez arrugado y viscoso y lo vendió a mucho dinero haciéndose rico con su gran fortuna y terminó pobre, te tiró el inodoro, sí, el inodoro. Había cobrado vida, rebelándose de su función habitual, y ahora estaba tratando de escapar a la muerte que decía, que decía así: estaba el diablo mal parado, estaba viendo su adversario y a sus grandes enemigos de lucha del bien y el mal pobló la tierra. Los fuegos eternos sean los hermanos, padres de mi esposa no querían que yo fuese a visitarlos Nunca les gustó que nos hubiésemos muerto de sed por esa Mafalda y por Pablo.

Aquel niño estaba triste sentado en el algarrobo mirando las flores perfumadas con rosas del jardín de la extraña y misteriosa casa de los Perkins y su extraña vida de jubilados; sentados esperaban el amanecer contigo abrazándome. Te extraño, estoy solo como un perro y me encantaría que vuelvas. ¿Cómo la estás pasando en la India? Espero que todos se vayan al infierno y que sólo yo vaya al cielo con dios. En el cielo supimos observar mejor el mundo desde un árbol. Por la rama crece, su tallo es pequeño, sus ramas son ásperas y al quemarlas dejan en el aire un olor a limón que nunca me olvido de ella, de Pimpinela y de Bush asesino de mierda.
Y corrieron a su auto para escapar a la gran libertad y felicidad de la vida. Sos un caratuerta, amén, y con esta oración se terminó el problema.

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